“I don’t believe in
conspiracy theories, but…” must be the most often used opening line by
conspiracy theorists. The rhetorical move is usually followed by pseudo-skeptical
expressions such as “we would be blind if we didn’t see the overwhelming
evidence,” or “it would be naïve not to see the truth.”
A good example is the
opening of this
article about the use of the new coronavirus as a weapon: “I have never
been a friend of conspiracy theories and have always been very skeptical about
real and deep changes in humanity. But precisely because of this I believe we
should not shut our eyes to the evidence of this world crisis.”
Viral World War One
is just starting, claims the author, but to deny that the pandemic is being
used as a weapon is a normal, however risky, psychological defense mechanism, he
says.
The truth is, according
to the author, that:
“There will be an
economic crisis, or better said, there is already an economic crisis. There
will be disorder everywhere: and in these troubled waters the United States,
who clearly introduced the virus in China, will take troops to Europe, or is
already taking troops to Europe. This is the ideal time to invade Venezuela, after
releasing viral strains in several enemy countries of the United States, where
the pandemic originated: China, Korea, Iran, and the European Union. China will
retaliate, replanting the virus in the United States.”
Not all is lost, says
the author, because this world conspiracy can be defeated if “we” courageously use
the crisis against “them”. The conditions for a revolution are being set:
“This is the time to
push for a new economic system. Let us use these evil (circumstances) to our
advantage: let them set the crisis and let the current capitalist system reach
its limit, let it reach its breaking point, something new will open up, a
social, economic, and political system that will allow us to take care of the
planet, our only home.”
Here is the complete original post in Spanish, in case
the Konrad Adenauer Stiftung, who sponsors the Lasillallena
blog (however with a disclaimer about personal
opinions expressed in the blog), decides to give in to the conspirators and
takes it down:
La Primera Guerra Viral Global
Nunca he sido amigo de las teorías de la conspiración y siempre he sido
muy escéptico sobre qué tan reales y profundos son los cambios de la humanidad.
Pero justamente por eso mismo creo que no debemos taparnos los ojos ante lo
evidente en esta crisis mundial por la pandemia de coronavirus.
Está comenzando una guerra
La gente puede creer que es una exageración todo lo
que está ocurriendo con el coronavirus. Que las medidas tomadas son
desproporcionadas al nivel de la amenaza sanitaria. Que no hay por qué
alarmarse tanto ni preocuparse. Ya hasta debe haber chistes en la calle en
Colombia.
El chiste y el negar la realidad es un mecanismo de
defensa normal. Todos lo usamos. Se trata de un arma psicológica contra el
miedo, para poder seguir viviendo.
Pero detrás de la sensación de desproporción hay
algo: una verdad. En efecto es exagerado lo que ocurre. ¿Pero por qué?
Claramente no es por torpeza. Es intencional. Esa
desproporción entre la amenaza y las reacciones de los gobiernos es lo que
produce el miedo. De eso se trata.
La amenaza no es el virus. El virus es peligroso.
Como cualquier otro, por supuesto. Pero lo más peligroso, la verdadera amenaza
es que está siendo usado como un arma de guerra.
Estamos asistiendo al comienzo de la Primera Guerra Viral
Global
Era algo que se venía venir desde hace rato. Todos
lo presentíamos y todo lo que estaba ocurriendo eran indicadores alarmantes: el
auge del nacionalismo, la xenofobia, el populismo. La batalla comercial
EEUU-China. El nuevo desorden mundial. El poder de internet.
Nuevas armas, nuevos motivos, nuevas fuerzas. Pero
la misma guerra de siempre al fin de al cabo que termina afectando es a la
gente común.
No hay ahora causas ideológicas solamente. Por supuesto
muchos países del primer mundo han estado buscando la justificación para el
cierre de fronteras y “protegerse” de los inmigrantes. Pero los motivos de
fondo son otros: es el capitalismo.
Una guerra entre estados, sí, entre EEUU, China,
Rusia y todos los demás que se verán obligadamente involucrados en múltiples
bandos. Pero también y sobre todo una guerra entre fuerzas y poderes
económicos. Entre los poderosos acumuladores de capital que necesitan construir
un mundo nuevo, sin democracia, usando los aparatos estatales como armas,
dominando totalitariamente a la población con el miedo y la dispersión
ideológica y confusión mental en las redes sociales.
Un mundo de mafiosos como Putin o Trump, o la
plutocracia China que quiere controlar sus feudos con internet, armas
biológicas y pánico, para seguir enriqueciéndose sin control alguno, ni moral,
ni político, ni legal.
Es una guerra de los muy ricos contra el resto.
Contra las instituciones del Estado de derecho, contra la cultura, contra la
modernidad. Se avecina un neofeudalismo, administrado virtualmente con una
nueva división del trabajo: los que trabajan por internet y los que no. El
mundo virtual y el mundo del esfuerzo físico de los nuevos esclavos.
Habrá crisis económica, o mejor, ya la hay. Habrá
desórdenes por doquier: en medio del río revuelto EEUU, que introdujo claramente
el virus en China, llevará ejércitos a Europa, o ya las está llevando. Es la
ocasión ideal, para invadir Venezuela. Tras soltar cepas del virus en los
países enemigos de EEUU, donde se originó la pandemia: China, Corea, Irán, la
Unión Europea.
China no tardará en responder sembrando un nuevo
virus en EEUU. Como todo va a depender de internet, o mejor, como todo ya está
dependiendo de internet, los ataques también serán a la red. A las
instalaciones físicas de internet a nivel global para generar caos, pero
también usando el sistema mismo de comunicación.
Ya ha estado ocurriendo: difusión masiva de
mentiras en redes sociales. Un nuevo sistema de propaganda política generador
de caos, confusión y miedo, que sonrojaría a Goebbles.
Ni siquiera hay que convencer a la gente de nada.
Basta que se asuste sola. Que los gobiernos tomen medidas de excepción basadas
en lo que manda la ciencia médica (y quién la discute).
Estamos en la tercera década de un nuevo siglo y
los ciclos históricos se reanudan. También como en los siglos previos la guerra
reaparece trasformando la sociedad y la cultura. Ya no es con ballonetas, o
tanques, es con virus e internet. Cambian las armas, el contexto, las fuerzas.
Pero sigue siendo guerra. Sigue siendo la historia humana. Es el tránsito,
ahora sí obligado, a una nueva época.
Debemos armarnos de valor. Y de valores. Es lo más
importante. Para poder combatir. Para resistir. Pero sobretodo para aprovechar
el escenario volátil, incierto y de crisis como una oportunidad de cambio creativo
que sea positivo para los seres humanos.
Los que defendemos que se acabe la crueldad y que
se proteja y cuide la vida y la cultura tenemos una tarea importante por
delante: ayudar a crear un mundo nuevo. No utópico. Real. Pero que aproveche la
crisis global para el beneficio del ser humano.
Esta es la ocasión para impulsar un nuevo sistema
económico. Usemos al mal en nuestro provecho: que armen la crisis y que el
sistema capitalista actual llegue a su límite, para que se quiebre, y se abra a
algo nuevo, a un sistema social, económico y político que permita cuidar el
planeta que es nuestro único hogar.
Si hemos de vivir un neofeudalismo apoyado en una
globalización puramente virtual, busquemos la forma de producir recursos de
vida sin lastimarla.
Los poderosos tienen muchas armas: la estupidez,
las emociones humanas, dinero, tecnología biológica, internet, los Estados a su
servicio. Pero nosotros también. Porque esas armas son ambiguas y pueden
volverse en su contra.