Con la autorización de los protagonistas, copio el
intercambio en Facebook a raíz del comentario de Luís Gómez Calcaño publicado
aquí. Se dicen cosas interesantes sobre el uso político de las teorías de
la conspiración en Venezuela, se hacen algunas críticas pertinentes este blog y
yo hago algunas precisiones sobre lo que pretendo con el mismo.
Alejandro
Velasco Hay
cierta ironía paradójica en esto, no? Recurrir a una teoría de conspiración
para cuestionar una teoría de conspiración? O el punto es que la tesis
planteada refleja una teoría de conspiración?
Hugo
Antonio Pérez Hernáiz Eso
mismo dijo Luis cuando le pedí permiso para copiar su opinión. Otra vuelta a la
tuerca. Fíjate que acusar a alguien de usar teorías de la conspiración en
política es también acusarlo de conspirar, lo que hace al acusador un teórico
de la conspiración.
En todo caso creo que el punto de Luis es que el gobierno, si de verdad tomase
en serio sus propias teorías de la conspiración, entonces tomaría medidas mucho
más duras contra los "conspiradores". Yo también lo creo así y algo
de eso comenté en un post sobre articulistas de Aporrea pidiendo al gobierno
mano dura contra la oposición, Pero estoy casi seguro de que el gobierno nuca
llegará al extremo que sugiere Luis de suspender elecciones. Yo al contrario de
Luis creo que el gobierno no quisiera tener que pagar el costo político de algo
así.
Luis
Gomez Calcaño Como
creo que ya ha señalado Hugo muchas veces en su blog, la conspiración es uno de los
recursos que forman parte del repertorio de los actores políticos en las más
diversas situaciones históricas e institucionales; por lo tanto, algunas
teorías de la conspiración pueden referirse a... verdaderas
conspiraciones. Simplemente se trata de examinarlas para ver si tienen bases
creíbles y sustentables. En cuanto a la "teoría de la conspiración"
formulada arriba, me encantaría que sea Hugo el que tenga razón.
Alejandro
Velasco Esta
bien, por eso no le paro mucho a todas las teorías conspirativas que salen, de
cualquier bando, porque al fin y al cabo todas son tautológicas y auto
referenciales: al instante que son comprobadas dejan de ser teorías y pasan a
ser hechos. Pero si de
investigar lo plausible de una teoría conspirativa se trata, y en ese sentido
tomarlas en serio como base de investigación, pues me parece que valen tanto
las de gobierno como las de oposición, porque ambas repercuten en hechos
concretos. Sobre las elecciones, de acuerdo con Hugo: el costo político sería
demasiado alto.
Lissette
González Lo
acabo de compartir. Creo que la suspensión de las elecciones es el principal
riesgo. Y la ausencia de una fecha concreta me luce como si el gobierno
estuviera considerando esa posibilidad. Elevemos el costo de suspenderlas:
pidamos elecciones, denunciemos a la comunidad internacional que el gobierno se
propone impedirlas. Al final, no se sabe qué cuenta sacará el gobierno y que
querrá maximizar. Saludos!
Luis
Gomez Calcaño El
actor que es el objeto y posible víctima de una conspiración no puede darse el
lujo de "no pararle" a la teoría, como dice Alejandro: durante todo
el gobierno de Allende, y especialmente en 1973, se denunciaba que había una
conspiración para derrocarlo;
el problema es que no se llegó a conocer en detalle quiénes eran los que
conspiraban y cuáles eran los medios que iban a utilizar, y finalmente no se
contó con los recursos para derrotarla. En este caso, como en muchos otros, la
teoría de la conspiración tenía bases reales, pero no fue capaz de producir
acciones que la contrarrestaran. Lo mismo le ocurrió a Pérez Jiménez en 1958;
si la conspiración es un hecho y no una simple idea paranoide de quien formula
la teoría, los conspiradores tratarán de lograr su objetivo. Una
"buena" teoría de la conspiración, es decir, una que logre conocer
bien sus objetivos, medios y recursos, estará en mejores condiciones de
enfrentarla. Betancourt parece haber aprendido bien la lección de noviembre de
1948, porque ninguna de las insurrecciones posteriores logró derrocarlo.
Hugo
Antonio Pérez Hernáiz En
el blog trato de seguir consistentemente a Hofstadter y no a Popper en lo que
entiendo por teorías de la conspiración. Esto lo he comentado varias veces.
Teorías de la conspiración lo son porque explican todo acontecimiento como
producto de una conspiración,
independientemente de las pretensiones de verdad de la teoría. Son
recalcitrantes a la falta de evidencia porque son discursos totalizantes que
explican esa falta de evidencia como producto de la misma conspiración (los
medios conspirando, por ejemplo. En este punto si concuerdo con Popper). Sobre
ese tema del problema de la evidencia he comentado varias veces en el blog. A
las teorías de la conspiración les paro muchísima bola porque tienen
consecuencias políticas concretas. El siglo XX tiene varios casos en los que
teorías de la conspiración han pasado de ser discursos marginales a discursos
oficiales de gobiernos: las consecuencias han sido, por usar un término
técnico, burda de chimbas.
Alejandro
Velasco Hugo,
el problema es que le paras a unas y no a otras. Así de sencillo. Si de
investigación seria se trata interesante seria ver como las teorías se nutren
mutuamente entre polos opuestos. Plenamente concuerdo en que las teorías de
conspiración son tautológicas
- la teoría en si es la evidencia y vice versa; son circuitos ostensiblemente
cerrados. Pero en realidad como sugiere Luis, habitan espacios surreales donde
la "validez" usualmente proviene de teorías contrarias. Por eso no
tienen signo ideológico y pensar que solo las que emanan del estado tienen
consecuencias concretas me parece limitante.
Hugo
Antonio Pérez Hernáiz En
el blog he intentado reseñar teorías de la conspiración de todos los signos.
Pero lo cierto es que las que salen del gobierno se llevan casi todo el peso.
No es extraño, la razón es una afinidad electiva entre el revolucionario y la
ética de convicciones,
cosa de la que también hablé en post pasados. La verdad es que si se está en el
poder, las consecuencias de las teorías de la conspiración son más importantes.
El discurso político siempre tiene un componente conspirativo, como
justificación y como acción. Pero una cosa es el presidente señalando a líderes
de la oposición de una conjura para bombardear Caracas, y otra un diputado
diciendo que el presidente nació en Colombia. Las consecuencias políticas son
bien distintas. Una cosa es que muchos políticos acusen a sus contrarios de
conspirar, otra que por ejemplo los medios públicos se conviertan en un
constante productor de teorías de la conspiración. Esto no es una exageración,
creo que he demostrado que AVN se puede leer en esta clave desde hace ya varios
años. Alejandro me gusta mucho tu crítica sobre la posibilidad de ver el
fenómeno como discurso mimético ¿a lo Girard? Y aún no hemos tocado el tema de
las teorías de la conspiración como profecías auto cumplidas y como en
Venezuela hay todo un modo de hacer política que invita a (desde mucho antes de
Chávez) a pensarla como un evento conspirativo (de eso Luis dice algo).
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